Beneficios de Vivir en un Pueblo Pequeño: Naturaleza, Conexión Familiar y Calidad de Vida

Beneficios de Vivir en un Pueblo Pequeño: Naturaleza, Conexión Familiar y Calidad de Vida

Cada vez más familias están redescubriendo los beneficios de vivir en un pueblo pequeño. Los fundadores de Canttinela, Plácida y Carlos, tomaron la decisión de mudarse (volver) a una pequeña localidad en Huelva para ofrecer a sus hijos un estilo de vida más auténtico, rodeado de naturaleza y con la familia cerca. En este artículo, exploraremos cómo la vida en un pueblo mejora la calidad de vida, fomenta una educación en contacto con la naturaleza y fortalece los lazos familiares.

1. Educación Cercana y de Calidad en un Entorno Natural: 

Uno de los beneficios de vivir en un pueblo pequeño es la posibilidad de ofrecer a los niños una educación más personalizada y cercana. En estos lugares, los colegios suelen tener menos alumnos, lo que permite una atención más individualizada y fortalece la relación entre el profesorado, el alumnado y las familias. Según un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), las clases reducidas en los colegios rurales mejoran el rendimiento escolar y el bienestar emocional del alumnado al recibir una atención más directa y un entorno sin tantas distracciones.

Además, el entorno natural en el que se encuentran muchas escuelas rurales permite que los niños realicen actividades al aire libre. Aprender en contacto con la naturaleza fomenta la curiosidad y el respeto por el entorno, proporcionando experiencias prácticas que enriquecen el aprendizaje. En los pueblos pequeños, los niños pueden aprender sobre el cultivo y la vida animal, por ejemplo, de manera directa, algo que en las ciudades no es tan fácil de replicar.

2. Lazos Familiares y Apoyo Comunitario: 

Para Plácida y Carlos, volver al pueblo también significó poder estar cerca de los abuelos y de otros familiares. En las localidades pequeñas, la vida en comunidad es un valor central; los abuelos, tíos y vecinos no son solo personas cercanas, sino una red de apoyo esencial. Vivir en un pueblo permite que los niños crezcan rodeados de cariño y apoyo, mientras que los padres encuentran un respaldo que muchas veces no es fácil de conseguir en las grandes ciudades.

La investigadora española Silvia García Palacios, en sus estudios sobre bienestar familiar, señala que la cercanía de la familia extensa –especialmente de los abuelos– aporta beneficios emocionales importantes para los niños. Esta conexión intergeneracional, tan común en los pueblos pequeños, permite que los pequeños no solo reciban amor, sino también historias y valores que se transmiten de generación en generación. En Canttinela, creemos que estos lazos familiares crean una identidad sólida y enriquecen la vida en el pueblo.

Además, la cercanía de los abuelos y otros familiares facilita a los padres encontrar apoyo en la crianza de los hijos, lo cual permite una mejor conciliación entre la vida familiar y laboral. En un pueblo pequeño, el sentido de comunidad y pertenencia se vuelve un pilar esencial, creando un ambiente seguro y acogedor para todos.

3. Menos Pantallas y Más Juegos al Aire Libre: 

Uno de los grandes cambios que Plácida y Carlos querían para sus hijos al mudarse a una localidad pequeña era reducir el uso de pantallas y fomentar el juego al aire libre. En un pueblo, los niños tienen la libertad de explorar, correr y descubrir el mundo natural sin tantas restricciones. Pueden jugar en el campo, observar animales y disfrutar del huerto familiar, lo que no solo favorece su desarrollo físico, sino que también estimula su imaginación y autonomía.

El investigador español José Antonio Corraliza, de la Universidad Autónoma de Madrid, ha estudiado los beneficios del contacto con la naturaleza para la infancia. Corraliza concluye que el juego en entornos naturales reduce el estrés, mejora la resiliencia emocional y favorece el desarrollo cognitivo de los niños. En lugar de pasar horas frente a dispositivos digitales, los niños que crecen en un entorno rural y cercano a la naturaleza pueden disfrutar de aventuras diarias que enriquecen su desarrollo.

El contacto frecuente con la naturaleza permite a los niños interactuar con su entorno de una manera práctica y creativa. Este aspecto inspiró la colección "SIN PRISA" de Canttinela, dedicada a quienes buscan vivir ( o por lo menos, intentarlo) de manera más consciente y pausada y en conexión con la naturaleza.

4. Un Ritmo de Vida Más Lento y Consciente, pero Auténtico: 

Aunque en los pueblos también hay momentos de prisa –a veces también hay que correr para llegar al colegio, al trabajo o atender una urgencia–, el ambiente rural ofrece un ritmo distinto al de las grandes ciudades. En un pueblo pequeño, el día a día permite disfrutar de los pequeños momentos: una charla con los vecinos, una comida en familia o un paseo por el campo.

Un estudio del Centro de Investigación y Documentación sobre Problemas de la Economía, el Empleo y la Calidad de Vida (CIDEC) afirma que el estrés urbano afecta negativamente al bienestar de las personas. En cambio, la vida en un pueblo, con menos estímulos y un ambiente más relajado, ayuda a reducir el estrés y a vivir de manera más consciente. Este estilo de vida permite a las familias compartir más tiempo de calidad juntos. Esta esencia inspira la colección "SIN PRISA" de Canttinela, un homenaje a una vida que, aun en sus momentos ocupados, permite disfrutar de cada detalle sin la presión constante de la ciudad.

5. Aprendizaje Constante en la Naturaleza: 

Para Canttinela, la vida en un pueblo es una escuela en sí misma; los pueblos ofrecen oportunidades educativas que conectan profundamente a las personas con el entorno.

El investigador español Ignacio Ramos Martínez, de la Universidad de Zaragoza, ha estudiado los beneficios educativos del contacto con la naturaleza y concluye que el aprendizaje en entornos naturales fortalece la conexión emocional de los niños con su entorno y fomenta su conciencia ecológica. 

Para Canttinela, estos valores de respeto por el medio ambiente y una vida más consciente son esenciales. Cada uno de nuestros diseños busca reflejar la armonía con el entorno, la autenticidad y la conexión con la naturaleza.

Conclusión: Vivir en un Pueblo Pequeño, Donde la Vida es Otra Cosa: 

Elegir vivir en un pueblo pequeño es como pasar de la banda sonora de una ciudad frenética a un suave susurro de tranquilidad. Aquí, no te persigue el tráfico, sino el vecino que te trae huevos frescos. La vida se llena de cosas sencillas: los niños crecen jugando en la naturaleza, los abuelos están a la vuelta de la esquina y las prisas... bueno, a veces también hay prisa, ¡pero al menos no es para llegar al metro! Para quienes buscan un cambio real y una vida con más calma, un pueblo pequeño es un mundo aparte, donde lo esencial ocupa el lugar que merece. ¿Te animas?. 

 

1 comentario

Hola, como me ha gustado el post!. Gracias por escribir estas cosas.

Anonimo

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